Se armó la rosca

Sí, se armó el gran quilombo gran por las declaraciones de Sú Giménez después de que mataran a su ayudante (ni ella sabía bien el nombre del pobre chico hasta hace muy poco tiempo). En estas declaraciones, como ya es de (casi) público conocimiento, la diva pidió la pena de muerte para los que matan. "El que mata tiene que morir", "basta de derechos humanos y esas estupideces" y "basta con que son menores", dijo, muy suelta de cuerpo, la que durante los setenta luchó como una loca por los derechos... propios (de ella). Por supuesto, los blogs se hicieron eco de la cuestión, y por supuesto también, yo me metí a discutir. Si bien la discusión es larguísima, quiero pegar uno de los comentarios que hice (que es parte de lo que siento y creo), en blablabla, en el post que hicieron acerca de las declaraciones de otro divo, Sandro, que está totalmente de acuerdo con Sú.

"Sandro: la voz del burgués asustado (me remito a la excelente 'definición' de fascista que incluyeron ustedes en el post de la inefable Sú ['no hay peor fascista que un burgués asustado']).
¿Sabés qué pasa? No hay puerta blindada que aguante cuando la indignación, el dolor, el hambre y la falta de laburo (por nombrar sólo algunos de los quilombitos que asolan a este país); cuando todo eso, digo, hace que la gente diga "basta". Y eso es lo que le duele al burgués asustado/futuro (o actual) fascista. Y no, no vivo en otro país, sí tengo miedo de que me asalten, de que me maten o me violen, o de que les hagan algo a mis seres queridos. Porque sé bien dónde vivo. Pero sé también que no es culpa de un pibe de 14 años tener ganas de matar, cuando lo natural sería que un pibe de 14 años sólo estuviera centrado en sus hormonas y en sus ganas de encamarse con alguien y de verse lindo y de estar a la moda y de pensar qué quiere para sí mismo en el futuro; centrado en tener, en fin, la misma confusión que tiene cualquier otro pibe de 14 años al que no le faltan tantas cosas. Es natural que cualquiera quiera decidir sobre la vida de alguien cuando otro alguien, impunemente, hijadeputamente, está decidiendo sobre su hambre, su falta de contención, su falta de todo mientras muchos burgueses asustados/futuros (o actuales) fascistas, siguen mirando la tele y pidiendo mano dura para ellos.
Puff. Me nervia este tema. Pero igual voy a seguir rompiendo las bolas: basta de gelblung, basta de c5n, basta de escuchar a los fachos y darles la razón sin pensar demasiado en lo que nos metemos al darles bola.
MEMORIA, como diría el propio chiche. Qué irónico, ¿no?"


Como para no reiterar cosas en uno y otro lado, y por si a alguien le interesa el debate, les cuento que la discusión había empezado acá, y también siguió acá y en este otro blog de acá, donde más de uno me está dando como en bolsa.
No es fácil. Pero para dar una idea más cabal de lo que pienso: en este país, un grupo de madres y un grupo de abuelas a las cuales les desaparecieron y mataron a sus hijos y robaron a sus nietos, supieron convertir el dolor enorme que es perder un hijo en otra cosa: militancia, construcción, transformación; en fin, ellas pudieron lo que nosotros, parece, no podemos (o nos cuesta mucho) hacer: transformar todo ese dolor enorme en otro tipo de amor. Hebe de Bonafini dijo una vez: "Somos las primeras madres que fueron paridas por sus hijos". ¿Qué podés agregar a eso? Nada. Yo no sé si podría sobrevivir a la pérdida de un hijo. Y, a pesar de que todavía las tenemos acá, a pesar de saber que ellas nunca pidieron la pena de muerte, a pesar de todo, algunos (como Sandro y la señora Susana Giménez, pero no sólo ellos, sino también muchos, muchísimos otros) cometen la terrible falta de respeto de salir a pedir pena de muerte a diestra y siniestra. Esto, dicho con todo el respeto hacia aquellos a quienes les mataron a alguien. Creo yo, y al final la hice larguísima, que no se puede construir nada pidiendo muerte sobre muerte, pidiendo la ley del Talión, matando a quien mató como si únicamente quien mató fuera culpable. Me duele este país, me duele lo que pasa, pero sobre todo me duele ver a tanta gente joven queriendo "mantener todo en orden", como si se pudiera fundar algún tipo de orden sobre el cementerio absurdo que muchos quieren construir.