domingo, 24 de marzo de 2013

Tristeza enorme

Siempre es curioso cómo empieza una relación.

Y muy curioso es esto de armar un blog, comentar en uno y otro, encontrarte con comentarios acerca de algo que escribiste, que se genere una charla, y que de repente notes que las distancias se acortaron, y que no sólo esperás el comentario al post, sino que te interesa algo más de la vida de ese otro. Y te das cuenta de que tenés un nuevo amigo.  

Así me pasó con Alejandra: empezamos a charlotear una y otra vez, y cada vez más, y no necesité conocerla personalmente para llorar de tristeza cuando supe lo mal que la estaba pasando en un momento de su vida, ni para alegrarme cuando supe que, como ella misma dice, volvió a nacer. Después yo la visité, y seguimos comunicadas, y ella me visitó y conocí a sus hijas y ella a mis hijos y así y así, como un mecanismo de engranajes, la vida de una se fue enganchando en la de la otra. Estamos lejos pero de muchas maneras estamos muy cerca.

Así nos pasó con Alexis también. Comentario va, comentario viene, los lazos se fueron estrechando, y dejamos de ser una presencia lejana para empezar, cada uno, a formar parte de la vida del otro.

También nos conocimos personalmente, y mis hijos lo visitaron en su casa, él visitó la nuestra, y a la charla cotidiana durante la cena se agregaban muchas veces las novedades de Halle, ya amigo, ya uno más de la familia.

Cada tanto chateábamos, y en la confianza que nos prodigamos mutuamente pude ver que no es necesario que los amigos sean más o menos de la misma edad, cosa que siempre yo había creído. Y ya sabía que no es necesario que estén cerca. Las distancias se acortan cuando hay afecto. A lo largo de este día tan doloroso me pregunté varias veces qué significó Halle para mí. Y en el recuerdo de las charlas con él surge una imagen clara de Alexis como una persona transparente, con una ternura especial, con la que compartimos más de una confidencia, más de alguna duda, más de algún pesar. Un amigo.

Ese algo que hoy a la madrugada rompió con ese sistema de engranajes, la muerte, siempre es una mierda. Y cuando la muerte se la agarra con alguien tan joven, con tanto por hacer, con tantos proyectos y con tanta alegría, te deja hecho aplastado y sin respuestas. Da mucha más bronca.

Esto lo escribió Davu hoy en Facebook para Alexis, y no necesito cambiar ni una coma para expresar el dolor que siento.

Cuando un amigo cercano se nos va, es una situación horrible, estamos llenos de tristeza, molestia, dudas y hasta un poco de odio. Pero lo que nos pone más tristes es pensar que el mundo sigue girando a pesar de que una persona maravillosa nos abandonó, Queremos que todo el mundo se entere de lo que pasó y que todo el mundo tome conciencia de que un excelente amigo, novio, hijo, sobrino o nieto, ya no está, queremos que este día sea recordado, porque esa persona ya no tiene oportunidad de dejar una huella en esta tierra. Puede ser que el mundo siga girando, pero para varios, el día de hoy, se detuvo. No sé si poner esto acá es adecuado o si está bien, pero es mi manera de decirle al mundo que un ser querido no está más.
Halle, fuiste, sos y serás amado. Te vamos a extrañar.


 

viernes, 8 de marzo de 2013

Eliminemos la AUH

Es por todos conocido que el único objetivo que se impuso el gobierno al establecer la Asignación Universal por Hijo fue ganar votos. Así que eliminémosla ya.
Que quede claro, no es que estemos en contra de ayudar a los pobres, no, ningún objetivo tan encomiable y cristiano como ese, pero ayudarlos para que el gobierno gane votos es, simplemente, injustificable. Vamos a ayudar a los pobres de África o del Sudán, que están lejos y son víctimas de la globalización y el neocapitalismo, no como los nuestros, que están ahí pobres para ser pasto fácil del choripán y el vino en los actos proselitistas.

Eliminemos la AUH. Al fin y al cabo, los que la reciben son todos vagos.
Bueno, tal vez haya algunos (¿cuántos? ¿mil? ¿cien mil?, a ver, digan cuántos, así evaluamos) que realmente la necesiten, pero como muchos de los que la reciben son vagos, vamos a eliminarla, porque no podemos seguir manteniendo vagos con nuestros impuestos. Es una pena por aquel que la necesita de verdad, pero como no se puede controlar al dedillo quiénes son vagos y quiénes no, quiénes la merecen y quiénes no, vamos a quitársela a todo el mundo.

Eliminemos la AUH porque, aunque puede ser que haya sido creada con alguna buena intención, resulta que ahora en muchos lugares resulta difícil encontrar chica para el planchado y la limpieza. Dicen por ahí que muchas usan la AUH para reemplazar la nada que les pagan por limpiar y planchar en casa ajena y aprovechan y terminan el secundario, hacen algún curso o deciden empezar una carrera. Pero no sabemos si esto es cierto, y es casi seguro que no lo es, y si lo es, lo más probable es que se copien en los exámenes, porque ya sabemos: son todas vagas. Así que eliminemos la AUH, así estas chicas recuperan la dignidad del trabajo por centavos y nosotros podemos volver a tener la casa ordenada.

Eliminemos la AUH porque no es suficiente y sigue habiendo hambre en muchos lugares. Entonces, apliquemos un criterio de igualdad, que todos sigan teniendo hambre y no que uno haya comido un cacho más de pan que el otro.

Eliminemos la AUH porque, ya me lo dijeron a mí. Las chicas se embarazan para tener seis, siete u ocho hijos y poder así cobrar fortunas que terminamos pagando todos, señora.

Eliminemos la AUH, o si no, que me mantengan a mí también. No importa que esa plata a mí no me alcance para nada. A los pobres sí les alcanza, y hasta ponen Direct TV en la villa.

Eliminemos la AUH porque al fin y al cabo a mí no me la dan. No se trata de que la necesite o no. A mí no me la dan, entonces tan universal no es.

Yo sí quiero que la plata de los impuestos vuelva al pueblo, ojo. Pero al pueblo que se la merece, que soy yo y unos cuantos más. Qué tanto.

Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll