miércoles, 3 de septiembre de 2008

Vocación(es)

La vocación, en sí, es un misterio. Por qué uno elige una cosa y no otra para su vida, más allá de "porque mi papá" o "porque mi mamá", es un verdadero enigma para mí.
Si hay vocaciones extrañas, creo que una de las más de las más es Proctólogo (¿quién decide "quiero ser proctólogo"? ¿Cómo lo decide? ¿En función de qué? ¿Cómo piensa una persona "quiero ser proctólogo"? No se me ocurre...)

Pero una vocación de moda en la actualidad es la vocación de ombligo. ¿Quiénes son "ombliguistas"? Los que se creen que están solos en el mundo, o peor, que piensan que los que cohabitamos con ellos somos, justamente, "el resto del mundo". Los que no saben ponerse en el lugar del otro. Los que no saben ubicarse en la palmera que les corresponde y se la pasan invadiendo las ajenas. Los que pasan semáforos en rojo queriendo, total, no pasa nada... Los que no dejan cruzar a la gente en las esquinas sin putearla aunque sea un poquito por lo bajo. Son los que siempre están más apurados que uno, porque lo que ellos tienen que hacer es más importante que todo lo que tiene que hacer el resto del mundo. Son los que creen que "el resto del mundo" debería estar agradecido por tenerlo como conocido, amigo, cuñado, suegro, padre, hermano. Los que andan con paraguas por debajo de los techos de cualquier calle de Buenos Aires mientras alguien que se lo olvidó no puede pasar sin clavarse en el ojo una de esas puntas que tienen los paraguas. Los que se atraviesan con su carro en el pasillo del supermercado porque tienen miedo de que alguien se les pase en la cola de la caja (es fácil, te corrés para atrás, dejás el espacio necesario y si alguien se quiere "colar" le decís: "mirá que la cola sigue atrás mío, no me puse ahí para dejar el pasillo libre"). Hay miles y, puff, nos nervian a más de uno.
Todos tenemos un poquito de vocación de ombligo, porque es necesario creérsela un cachito, si no, no hacés nada. Pero los que no abandonan nunca el centro del universo merecen un par de patadas en el orto.

Pero la vocación más extraña, estrafalaria y contraproducente es la vocación de gol en contra. ¡Ojo! No critico. Yo fui golencontra gran parte de mi vida, así que hablo "desde adentro". Soy una "goleadoraencontra recuperada". Lo que no quiere decir que esté sana, ojo. Pero me encantaría saber que es lo que mueve a la gente (a toda, qué es lo que me movió a mi a ser como ¿soy-era-seré?) que se siente impelida a ir siempre hacia atrás, a lo que fue, a lo que ya no está; y a creer que todo lo que está por venir es siempre para peor. A rechazar cosas por miedo, siempre terror, desconfianza y porque sí. Porque, total, no sirvo. Grr. Por qué la gente es como es. Ahora, cuando veo un goleador en contra, me dan ganas de empujarlo un poco, de decirle que no es tan difícil, que si se anima a tirarse, no todo, pero sí mucho de lo que quiere hacer va a salir bien. ¿Y si hacemos una asociación de "goleadores en contra anónimos"?

Mi primer libro

Me gustan los libros, me fascinan. Siempre me gustaron. Me acuerdo que, cuando era chica, en casa había un cuento en inglés (creo que era Peter and the Wolf): lo leía mirándolo, porque no sabía leer en inglés. Pero el libro más importante de mi vida (el libro de tu vida!!!!) fue, es y será El libro volador. Fue mi libro de lectura de primer grado. El otro día lo busqué en Internet, y encontré que un ídolo, Martín, lo escaneó y lo puso en un álbum Picasa.
Aquí está casi todo El libro volador.
También recuerdo con cariño (pero no tanto) a Mi amigo Gregorio, pero por culpa de la Señorita Gloria (puaj) odiaba el colegio y todo lo que tenía que ver con él. Así que un día volé de mi primera escuela y aterricé en manos de mi señorita Nélida, en la escuela 13, que fue la que me enseñó a querer aprender a leer.
De todas formas, no es que cuando lo volví a ver pasaron todas esas cosas de novela medio berreta (tipo "volví a la infancia de la mano de aquellas –léase aqueias– ilustraciones, me sentí nuevamente una niña en su primer día de escuela, bla bla bla bla"). No. La verdad es que lo sentí algo bastante lejano a mí hasta que releí esta frase:
¡Me caigo para arriba!
Ahí sucedieron esas cosas tan verdaderas que suceden muchas veces en las novelas berretas.
Hace un rato me fui a comprar un álbum de figuritas, y para la merienda me compraron Nesquick y Sonrisas.

Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll