sábado, 30 de octubre de 2010

Son días tristes


Hubo muchos que quisieron, durante estos años de democracia, que cerráramos los ojos, que negáramos la historia, que viviéramos como si nada hubiera pasado. Eso, a muchos, nos dolía.

Hubo quien quiso inventarse y creerse y hacernos creer un país del primer mundo, que disfrutáramos de las "relaciones carnales" con países "como la gente". Como analogía se me ocurre pensar, vistas las cosas desde esa perspectiva, que es mejor que te viole un tipo rico y lindo a que lo haga uno pobre y feo. Como para tener algo para "recrear la vista" mientras te violan. Alguien quiso que nos creyéramos su propio delirio, y pretendió borrar el mapa de nuestro país de Latinoamérica y ubicarlo en otra parte del continente, como si así pudiésemos dejar de ser lo que somos. Como si así pudiéramos "civilizarnos" de una buena vez.

Pero los rompecabezas son jodidos: cada pieza encaja, nada más, donde encaja.
Somos lo que somos. Y ese destino "de patria grande", esa "condena al éxito" (para no olvidar una frase proferida en uno de los momentos más jodidos de nuestro país) no puede cumplirse obviando a los siempre olvidados. Si la elección es entre patria grande (y por patria grande se entiende cumplir con el mandato de seguir olvidando a los siempre olvidados) y patria no tan grande, que supone incluir a todos, siempre es preferible la segunda opción.

Ayer una señora paraguaya le dedicaba a Cristina su pésame en guaraní, y recordó todo lo que hizo Néstor Kirchner por los pueblos originarios de Latinoamérica. Hubo quien dijo que gracias a este gobierno tuvo su dni argentino, que le permitió trabajar aquí. Carmen, una señora que limpia casas, se peleó con su vecina, que festejaba la muerte de Kirchner. Ni lerda ni perezosa, le dijo "¿ahora que tenés inodoro te ponés contenta porque se murió el que te dio la casa?". Los que sabemos la importancia de tener una política de derechos humanos acorde con lo que la humanidad debería ser, los que no queremos olvidar, los que crecimos durante la dictadura, los que queremos que no haya impunidad para los genocidas y sabemos que la política de derechos humanos no es para dos o tres, sino que es para todos, estamos tristes.

Estamos los que no queríamos a este gobierno y aprendimos a mirar las cosas de otra manera.

Las cosas, todas, encajan donde encajan. Por ahí me dijeron que la situación no es tan buena, que hay números que no se mencionan. La verdad, me quedo con el número de gente que cobra la asignación por hijo, me quedo con los jubilados que ganan más, me quedo con el número de escuelas que se construyeron, con el número de casas entregadas, con la cantidad de libros que el gobierno compra para que muchos que no pueden comprarlos los tengan igual, con las netbooks entregadas, con el no al fmi, con la unión de Latinoamérica (para que de una buena vez nos asumamos como lo que somos), con la integración. Me quedo con Carmen y con la señora paraguaya. Me quedo con Evo, Lula, Chávez y Correa. Me quedo con la Argentina dentro de Latinoamérica, y no boyando, justamente, como pieza de rompecabezas que no encaja en ningún lado. Me quedo, también, con las críticas que tenemos los que no tenemos los ojos cerrados pero queremos un país mejor.

Por estos días se ven muchos perros rabiosos, mucha gente que dice "espero que no volvamos a la época posterior a la muerte de Perón", creyendo que es lo mismo Cristina que Isabel, y lo que es peor, deseando que eso suceda. Para que sí volvamos, para que, de una buena vez, alguien "se haga cargo del gobierno". A esta gente se me ocurre que hay que avisarle que la presidenta no se murió.

Tengamos cuidado, que hay mucho garca dando vueltas.

Comparto con ustedes algunos enlaces, notas interesantes que vi por ahí, y una emocionante crónica de fotos de estos días.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Señor

Hay un lugar. Clavo los frenos. Es mío. No pienso relegarlo. ¿Los que me siguen tienen que esperar? Que esperen: yo suelo hacerlo, sin tocar bocina ni gritar guarangadas ni bufar.

Téngame paciencia mientras estaciono, señor: es algo que nunca se me dio bien. Pero hagamos una cosa: yo le tomo la patente, y si un día me lo cruzo y usted está estacionando y tarda mucho, yo le juro que le voy a tener la misma paciencia que hoy usted me tenga a mí.

Meditaciones alrededor de estacionar por Recoleta un martes a la tarde.

Me agarró la melanco.





"Yo...

Mis pensamientos son flores esparcidas
tormenta de mar, la luna arrayán.
Tengo que salir para encontrar mi camino"*.

* Y mi manera de estacionar. :)

lunes, 18 de octubre de 2010

Gtalk de viernes extraño con Cari

Sepan disculpar la fragmentación de esta conversación. 
Lo que sigue se publica con permiso de la mencionada Cari. 


 





Carina: ultimamente
entonces
si si
hace como dos semanas o mas
q no tomaba nada
bueno la cosa es q corto con vos
y me voy al super viste
yo: 
Carina: a comprar una coca para seguir tomando fernet
y estaba haciendo la cola en el chinito
y estaba esa musica que es latina pero cantada en chino
y atras de mi un tipo de traje la tarareaba
yo: jajajjaa
bizarro
Carina: y lo miro de reojo porque estaba muy bien vestido
Y ERA LUIS ZAMORA
yo: onda todo por dos pesos
naaaa
en serio???
Carina: EL QUE VOTE PARA PRESIDENTE
yo: síii
Carina: CON LA CARNEE PICADA EN LA MANO
yo: no le dijiste?
jajajjaa
Carina: resulta q somos vecinos
nada
OLIA A FERNET YO
pero la proxima le digo algo
yo: jajajaja
sí!!!
mandale saludos
decile que con nico, mi compañero de trabajo, y antonio, mi vecino
estamos organizando la revolución
Carina: claro
pero mile yo pensaba
yo: qué loco!!
Carina: en mi semi borrachera
yo: el tipo comprando carne picada
muy loco
Carina: es COMO QUE UN PERONISTA SE ENCUENTRE A KIRCHNER COMPRANDO CARNE PICADA PARA QUE CRISTINA HAGA BOLOÑESA
no?
yo: totalmente!!!!!
me muero, me piyo de la risa, cari
Carina: bueno queria contarte
jajaja
yo: muy bueno!!!
Carina: PARA
entonces no estaba segura
y volvi
Y PUSE LUIS ZAMORA
EN IMAGENES GOOGLE
pero si era el
100 % segura
yo: y era
Carina: no era efecto del fernet
si si
yo: totalmente, qué grande!
Carina: hasta el mismo traje q las fotos
un genio
lo vuelvo a votar mile
lo voto lo voto
a pino
yo: si, dale
Carina: no creo encontrarmelo
bueno eso nomas
yo: claro!!
genial!!
Carina: contale a todos tus conocidos de izquierda
yo: le estoy por pegar la conversación a mi sobrino
Carina: que luis compra carne picada en el chino vestido de traje a las nueve y treinta
si si QUE EL PUEBLO SEPA
yo: jajajajjaa
genia!!!
 Enviado a la(s) 21:48 del viernes
Carina: pasa en la vida real mile... pasa
yo: sí...
ayyy, la puedo postear?
en mi blog
esta conversa
me muero de la risa, cari
me muero
Carina: claro mile
jajajjaa
si?
yo estoy medio borracha
es mas iba pensando de camino al super
q capaz el fernet hizo que no te de consejos muy inteligentes
pero yo tenia buena intencion
yo: no seas tontita, querés
te escuché y no parecías borracha
Carina: jajajjaa
no no
es que ahi le estaba entrando despacio
yo: cla...
Carina: bueno mile te mando un abrazo
yo: besotes
y gracias
no dijiste pavadas
Carina: una noche de viernes rara
jajjaa
yo: sin dudas




jueves, 14 de octubre de 2010

Bajo tierra

Ayer lloramos todos, creo. Es increíble cómo, siendo tan distintos, tan pero tan individuales y específicos, hay cosas que nos unen. En el espanto, en la emoción, en la solidaridad. Esto es empatía, dicen.
Ayer lloramos todos, y mientras veíamos los rescates, ¿quién no se puso a pensar en las cosas que tiene y no valora? ¿quién no pensó que Dios o esa idea que tenemos de él, finalmente, existe?

Más allá del lugar común en el que caigo al decir lo que digo, me pongo a pensar en otros lugares comunes. Que son los que nos hacen "especie humana", ¿no? El dolor, el sufrimiento, la alegría sincera, algunas indignaciones, las necesidades básicas, el amor, la amistad, la fidelidad, la confianza. Todos sentimos estas cosas de distinta manera. Hasta un punto. Hay una delgada línea en que toda diferencia desaparece (o debería desaparecer, porque de lo contrario ¿cómo sobrevivir?) y deja lugar a lo básico, lo fundamental. Si hay momentos en que "todos somos uno", creo que ayer fue uno de ellos, y que muchos o todos o algunos aprendimos algunas cosas. No todo se comparte, hasta que llega el momento de tener que hacerlo, y ahí surge el verdadero yo. Y al verdadero yo no le queda más remedio que luchar por sí mismo y también por los demás. No hay amor en todo lo que hacemos, hasta que algo nos pone frente a la disyuntiva de aferrarnos a la vida o dejarnos ir sin luchar. Ahí se espera que aparezca otro que nos ayude a salir a flote. Ahí aparece el amor, nuevamente, en su más básica expresión (que no por básica es tonta o simple). No siempre sentimos empatía con el otro. Hasta que algo sucede, y dejamos de ver en el otro la diferencia y empezamos a ver que no es más que otro yo, con las mismas ansiedades, dolores, amores e inquietudes. Lo que le duele, en definitiva, me duele a mí.

Y está bueno. Bajo tierra somos todos iguales. En la superficie, también. No estaría mal recordarlo todos los días. O un par de ratos al día.

 

domingo, 10 de octubre de 2010

Uno más...

... que el año pasado, hijito.

Y van 22, y contando.

Qué se puede decir, que no te haya dicho. Las madres somos reiterativas: todo el día cuidate, llevate abrigo, te quiero, dejate de joder, te quiero, pará de hablar, te quiero, contestame, pará un cachito, te quiero, ahora no, dale, correte, a ver, no me contestes así, te quiero.

Lo más importante de todo, es que todo eso te lo digo porque te quiero.

¡Feliz cumple, Davu!

PD: jueguen a la quiniela, 10-10-10.

viernes, 1 de octubre de 2010

De médicos y croatas

En mi familia hay una tradición: evitamos por todos los medios a nuestro alcance acercarnos a cualquier consultorio médico. Si el consultorio médico viene hacia nosotros en forma de hospital móvil, nos mudamos. Así de sencillo. Si nos duele la cabeza, ya se nos pasará; si andamos mal de la panza es cuestión de hacer dieta un par de días (o no). Y así.

Hace muchos años, mi papá caminaba descalzo por el fondo de casa y se clavó en la pata un clavo así de grande. No te miento. Oxidado. No exagero. Mi mamá tuvo que sacárselo con una pinza. Yo la vi, y casi me desmayo del susto sólo de oler el tirón que tuvo que dar para desclavar a mi papá. Un asquete. Era un caso de emergencia sanitaria, y no quedaba más remedio (juas) que hacer algo: había que llevar a mi papá a darse la antitetánica. Y mi papá se empacó como cabra croata subida a la más alta y pedregosa e inaccesible montaña, se metió en la cama y no quiso salir de ahí hasta que las ínfulas de mi madre, imbuida en ese momento por un espíritu científico irreconocible -quizá inspirado por su profesión, la enfermería-, cedieron paso a su resignación: su marido no iría a la salita, no vería a un médico, no se daría ninguna pichicata. A la angustia del accidente se sumó la de esperar que la pata de mi padre ennegreciera y cosas horribles por el estilo (no hacía mucho un vecino se había pinchado un dedo con un alambrecito y a la noche no tenía un dedo sino una morcilla: corrida al hospital, antitetánica, antibióticos, etcétera). Nada de eso sucedió. Al día siguiente mi papá andaba otra vez caminando descalzo por el fondo, en medio de sus zapallos, repollos y acelgas.

Hay un dicho que dicen por ahí los croatas: si una víbora ataca a uno de ellos, la que se muere es la víbora. Mi papá sobrevivió al clavo y también sobrevivió a una neumonía (único motivo que lo tuvo internado dos días en un sanatorio), no gracias a los antibióticos ni las nebulizaciones, por supuesto, sino al terror de tener que volver a dormir en cama ajena, a que lo pincharan o lo obligaran a tomar tal o cual pastilla. No sobrevivió mucho a la tristeza, pero esa es otra historia.

Cuando mis viejos volvieron de visitar a sus parientes en Croacia, mi mamá, con una visión antropológica novedosa de toda la cuestión, me contó que habían estado en un casamiento, una comunión, varios cumpleaños y un velorio, y detalles muy interesantes de cada una de las ceremonias. "¿Velorio de quién?", pregunté yo. "Una tía vieja. Tenía 90 años, se subió a un árbol a sacar ciruelas, se cayó y se partió la cabeza" (así, con este tono me lo dijo). "Ah". Dije yo. Y ahí comprendí varias cosas. Una es que los croatas se mueren cuando se les canta a ellos, y no cuando Dios manda. Otra es por qué no vamos al médico. Porque no vamos, y zanjada la cuestión. Total, un día te subís a un árbol y después vas y te caés y listo. Qué tanta historia.

Eso sí. Hace un mes me pegué un sustazo importante, y cuando fui a hacerme ver después de muuuuuuuchos años que no lo hacía, pensé "¿y si ahora tengo un cáncer? Probablemente no tenga un cáncer porque de varias maneras, soy croata. Pero si lo tengo, ponele la firma que lo tengo por pelotuda".  O sea: una parte de mí, una cabezotas; la otra, mi mamá tratando de creer en la ciencia y la antitetánica y la mar en coche.

Mi espíritu melodramático me imaginaba pelada y con gorrito, diciendo a los cuatro vientos: "No seas pelotuda como yo, que me agarré un cáncer por pelotuda. Andá y hacete un papanicolau".

No. No tengo, che. Será por croata nomás. Quizás si a un croata lo ataca un cáncer, el que se muere el cáncer.

Ah: Actualización de ya, ahora, ayer me olvidé: acá, una cancioncita que hice para Ant.

Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll