sábado, 27 de febrero de 2010

20:45

Nos quedan fragmentos, que anoche pudimos unir para formar una imagen: un poco borrosa, un poco desencajada, pero bien clara respecto de algunas cosas. El resto se lo llevó: lo que fue él para sí mismo; lo que nosotros fuimos para él.

En ese resto nos fuimos también nosotros, un poco.

Quedan anécdotas, el tiempo compartido, la tranquilidad de saber que el dolor pasó.

Esta canción es muy dulce...

viernes, 26 de febrero de 2010

[...]

Cualquier cosa que escriba me parece un lugar común.

No es fácil despedir a los amigos. No es fácil ver que sufren y que es muy poco lo que se puede hacer. No hay adioses fáciles: ni el adiós abrupto... ni el que se extiende día a día (todos los días, finalmente, son, ahora, decir adiós por las dudas).

No importa qué idea tenga de la muerte, no importa cuánto me haya entrenado para aceptarla.

Sólo espero que el dolor finalmente pase pronto, lo que implica decir adiós, lo que implica...

Que así es la vida, dicen...

miércoles, 17 de febrero de 2010

A ver, usted que sabe tanto...

¿Qué tipo de plástico les ponen a los tomates, que no tienen, ni siquiera, gusto a plástico?

¿Qué les ponen a los desodorantes, que manchan tanto TODOS la ropa, pero en pleno verano casi no sirven para lo que se supone que tienen que servir? (si usted piensa lo contrario, viaje en el Sarmiento cualquier día de enero o febrero, preferentemente por la tarde).

¿Qué le ponen al jabón en polvo, que te destruye poco a poco el tejido epitelial, agujerea la ropa, si se cae al piso y te descuidás, tal vez hasta hace un buraco que llega al centro de la tierra, pero no puede con las manchas de desodorante, mate, sandía, melón, durazno, tierra... en fin..., digamos, con las manchas de casi todo lo que ensucia? (de todas formas, tengo dos lindos secretitos, uno para las manchas de mate y otro para las de durazno, :)

¿Por qué no inventan una cerveza hiper concentrada, como esos detergentes de los que ponés una gotita y podrían desgrasar un chanchito entero? Así, yo compraría una botella de cerveza y me duraría un tiempo respetable.

(lástima que los detergentes no sean como los tomates, porque si así fuera, es decir, si no tuvieran gusto, pondría en una solución de una parte de detergente y diez de agua al pollo ese que saqué del freezer, para desgrasarlo).

¿Qué les hacen a los pollos, que ya no tienen carne? Composición tema: El pollo:

Un pollo era un animal, ahora es un híbrido que está compuesto por: un 40% de grasa, un 35% de huesos y un 25% de agua. A mí me gustaba mucho el muslo (cuando los pollos tenían).

¿Se puede tomar detergente para adelgazar?

¿Por qué hacen detergentes con aroma a lavanda, naranja, mandarina, tomate (de los que tenían gusto), "marina" (¿qué corno es la "fragancia marina" en un detergente?)? Quiero un detergente que lave, pero que no les deje ningún olor a los vasos. Quiero que los vasos tengan su fragancia original, es decir, a nada (¿o ahora el vidrio también tiene olor? No me vuelvan loca).

En fin, que no es fácil ser un ser humano al que le dan vueltas tantas dudas por la cabeza...

lunes, 15 de febrero de 2010

Personaje en San Telmo

El hombre se acerca tambaleante a la mesa, con su vaso de cerveza en una mano...
- Discúlpenme, con todo el cariño que nos merecemos ustedes y yo... ¿No me convidarían un cigarrillo?
- Sí, señor, sírvase.
- Gracias, muchísimas gracias.

Se va, pero duda, y después de haber dado sólo unos pasos, vuelve, en un afán por explicarse...

- Yo me digo siempre, que de esta voy a salir, que tengo que estar mejor. Tengo fuerza de voluntad, tengo juventud... Usted no sabe la fuerza de voluntad que yo tengo... Ya voy a salir. Ya me van a ver bien, otro día, van a ver...

No se me ocurre otra respuesta más que:
- Seguro que será así, cómo no.

viernes, 12 de febrero de 2010

Vamos a lo importante

¡Al fin los portales de Internet se ocupan de las cosas importantes!

Basta de Ricardo "Jack" Fort (con o sin sorpresa), basta de Graciela Alfano, basta de todo, diría Matías Martin.

Ahora que sabemos lo que sabemos, los grandes diarios argentinos tal vez paren las rotativas (si es que no lo han hecho ya) para ocupar sus primeras planas con lo que importa (así, en negritas, como hace el gran diario argentino para que leas sólo lo que vale la pena leer).

Porque a la vista de todos está que hasta ahora nadie le había dado el merecido lugar a una problemática social que nos preocupa a todos. Y cuando digo a todos me refiero a vos, a vos y a vos. Y también a mi, qué tanto.

¿Con quién pasar el día de San Valentín?

Esta fiesta autóctona por excelencia, y sus implicancias en cada uno de nosotros como individuos y en la sociedad toda, ha disparado los más sofisticados mecanismos de la investigación profunda y esclarecedora. Por suerte, el portal de Yahoo! le da el espacio que se merece.

Así nos enteramos de que, según un estudio de Ipsos, un 21% de los adultos prefiere quedarse con su mascota durante este día tan especial, en lugar de pasarlo con su pareja.

Ojo, el sondeo fue mundial.

(Lástima que, para que fuera representativo, les faltó entrevistar un par de personas: sólo 1000 que no tenían nada que hacer... se animaron a responder una encuesta tan comprometida. Eso sí: 1000 por país, lo que da un total de... un montonazo).

Los turcos vienen a ser los más jodidos de todos: el 49% de ellos prefiere festejar con el perro antes que con el otro animal que los acompaña en su vida cotidiana, y le siguen los indios, con un 41% que prefieren quedarse encerrados con una víbora antes que salir a tomar helado y regalarle flores a su pareja.


Yo, en San Valentín, me voy al Italpark con mediomelón, y después a comer choripán a un carrito de la costanera.

¿Vos qué vas a hacer?

jueves, 11 de febrero de 2010

De hipódromos, viajes a la costa y todo lo demás

El sábado los criaturos marcharon a la casa de su padre, a festejar con él su cumple. En realidad, el cumple fue el domingo, pero, según entendí en una conversación, lo festejaba el sábado porque Luli, hermana de los chicos, tenía que viajar a la costa el domingo temprano. Lo importante del caso es que ellos se quedaban allá a dormir.

El domingo por la mañana voy a la habitación de los criaturos a buscar el teléfono inalámbrico, que duerme ahí. Abro la puerta y, mientras busco el aparato (¿cómo no está en la base? Si yo ayer lo puse en la base antes de irme), me doy cuenta de que el ventilador de techo está encendido...

Veo la cama de criaturo menor ocupada. Davu se despierta, me saluda, y se produce el siguiente diálogo:

Yo: ¡Hola!
Davu: Hola, madre (bien despierto, ojos abiertos y todo lo demás).
Y: ¿Qué hacés acá, si te quedabas a dormir en lo de papi?
D: No, al final no, me quedé con Luli esperando la hora en que ella se tenía que ir al hipódromo, y cuando ella se fue, me vine para acá. Llegué a las siete.
Y: ¿Al hipódromo? ¿Para qué al hipódromo?
D: (irritadito) ¿Y para qué va a ser? Para ir a ver una carrera...
Y: Sí, está bien, pero ¿por qué iba a ver una carrera?
D: Porque el tío apostó, y eso...
Y: Bueno, ok.

Salgo de la habitación, extrañada, pero sigo con mis cosas.

Davu se levanta y sale del cuarto y viene al lavadero:

D: Hola, ma.
Y: Hola. Decime una cosa, ¿Luli no se iba a la costa?
D: Sí.
Y: ¿Y qué carachos fue eso del hipódromo?
D: (muriendo de la risa) ¡Y qué sé yo! Un sueño mío fue...

¿Alguien me puede decir qué hice mal?

miércoles, 10 de febrero de 2010

Contame cómo hacés...

Para hacer un libro en un mes.

Me salió en verso, pero en realidad parece ficción, y de la mala.

No es novedad, para los que trabajamos en la edición de libros de texto para la escuela, que los programas con los contenidos mínimos indicados por el Ministerio de Educación para las distintas materias de la Secundaria (o EGB, o ESB o como corno se les ocurra llamarla hoy) a veces "bajan" un poco tarde (no hablo de la Primaria porque no estoy muy al tanto). Varias veces nos ha pasado de tener que correr como locos para llegar porque los programas bajan en diciembre. Pero esta vez a los funcionarios públicos (esos a los que les pagamos el sueldo) se les escapó esa tortuga inalcanzable que es el tiempo y, por ejemplo, el programa de uno de los libros que ya teníamos prácticamente en el horno (faltaba diagramar, corregir e imprimir) sufrió, con respecto a diciembre, una importante modificación, y ahora hay que agregarle dos o tres unidades.

No quiero decir que en las dependencias públicas nadie labura, porque seguramente sería injusta con muchos.
No quiero decir que el sistema educativo no funciona bien.
No quiero, ¿viste?, pero me dan unas ganas...

lunes, 8 de febrero de 2010

Mediomelón

Pesadilla fue, finalmente, igual que una pesadilla: así como llegó, se fue, excepción hecha de que nunca estuve dormida.

Debo, antes, cumplir con alguien a quien no le di el merecido crédito: Nick, criaturo mayor, fue el que más me rompió las pe estimuló para que yo me pusiera a estudiar. Ya me lo echó en cara (y con razón), y depositó en mi la semilla de la culpa. Fue él el que "descubrió" que existía la carrera de Edición en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y fue él el que me animó a anotarme, a pesar de mi vejez avanzada edad y mi cagaz mi miedo feroz a meterme a estudiar. Esto había sido en 2002, yo me anoté finalmente a cursar en 2003, y Pesadilla entró en escena en 2004.

Y debo decir que por estos días conocí a mediomelón, y que hubo encuentros y miradas, pero ningún acercamiento hasta que yo me decidí a entregar una carta, con una encuesta o algo similar, medio en broma (que era en serio).

Mi amiga Claudia (aquella con la que había ido a bailar la noche que conocí a Pesadilla), psicóloga ella, me lo había advertido, dada la seriedad del hombre en cuestión: "el tipo no va a hacer nada. Si no te animás vos, olvidate". Estas palabras quedaron rondando en mi cabeza, y por eso la decisión de escribir. No recuerdo exactamente qué decía en la carta, sólo que en un momento se me volcó un poco de mate: "se me acaba de volcar un poco de mate, pero no voy a rehacer esta carta, así que quedará así".

El resto del relato debería correr por cuenta de él: de cómo se encontró con "la encuesta" en su viaje en tren, de cómo se asombró mientras la leía, de cómo la volvió a guardar y de cómo volvió a leerla después. Pero bueno, esa historia ya no es mía, aunque sí lo sea.

Sólo resta decir que la respuesta a mi encuesta no fue negativa, y que las historias lindas o divertidas (o ambas) son las que, de verdad, perduran. Las otras, sólo son historia. Todas son parte de la vida, pero algunas preferimos recordarlas más a menudo.



Feliz cumple, mediomelón.

domingo, 7 de febrero de 2010

Pesadilla

No le cabía otro sobrenombre.

Pesadilla era como Droopy, estaba en todas partes, uno no sabía de dónde venía o cómo había llegado, pero siempre estaba ahí.

Pero algo despertó mi alarma: un día, me dice "¿no me llevás hasta un lugar? Hay un tipo que me debe guita de un laburo que le hice, y bueno, me dijo que iba a estar ahora a la noche, si no le cobro hoy, no lo engancho más".

Yo comprendo esto. Sé que cuando alguien te debe guita, la hora de pago la pone él y no uno... Así que pregunto "¿Y dónde es?". Como toda respuesta, tiró un "seguí derecho por acá, yo te indico". Y la mina va, medio salame, derecho, y después dobla a la derecha, y después a la izquierda, y después de nuevo derecho, y después...

- ¿De qué trabajás? -inquirí (no era la primera vez...)
- Construcción. -Fue la seca respuesta.

Recién en el tercer "viaje para cobrar algo que me deben", dije Basta. Y que no iba a ir a ningún lado sin que me dijera antes la dirección exacta. Nunca más tuvo que ir a cobrar nada.

En el medio: mi cumple número 40. Ninguna pavada, sobre todo después de la historia de la que venía. El golpe del número redondo fue certero a mi cerebro: mi vida había perdido, ya, todo sentido.


Era un miércoles, y yo salía a las 21. Bajé las escaleras, como siempre, y ahí lo vi: con un regalo ENORME. Pero eso no fue todo. Se acercó, me dio un beso, y empezó el show: papel picado y "que los cumplas feliz, que los cumplas feliz..." mientras el hermano (o supuesto hermano, nunca lo sabré) filmaba toda la escena... y el regalo grande (una campera), y diversos regalitos...

De todas formas, la cosa era extraña (muy), y yo ya quería sacármelo de encima, sobre todo después de un par de escenas medio extrañas que, en el fondo, me asustaban bastante: para mí, el tipo era un psicópata. Pero sabía mis horarios de la facultad y dónde vivía, así que todos los días de cursada, a la salida, Pesadilla estaba ahí, en la puerta de Platón, el "bardenfrente". Siempre con un regalo: flores, zapatos, zapatillas, camisas, muñequitos... Un día no quise aceptar el regalo que me traía, y casi se pone a llorar. Y una es medio pelotuda. Y agarré el paquete, no lo abrí, y le dije que me iba sola, y que no quería ni un sólo regalo más.

Llegaron las vacaciones de invierno, y con ellas, mi "salvación": el cuatrimestre siguiente implicaría distintos horarios, por lo tanto no podría ir a buscarme. Mientras tanto, por teléfono, prometió poner una casa a mi nombre, con una única condición: que fuera a verla con él (!!!). No fui, por eso no soy propietaria de ningún bien a mi único nombre... :) :)

Comienzo de cuatrimestre: los horarios de cursada no coincidían con los del anterior, así que, tranqui... Hasta que, después de salir de una primera clase con, entre otros docentes, R. (sí, mediomelón), a las 21, no podía creer que Pesadilla estuviera ahí, plantadito como siempre enfrente de la facultad, en la puerta de Platón.


Por supuesto, pregunté cómo supo de mis horarios. "Estoy viniendo desde el lunes. En algún momento te iba a encontrar".

La cosa duró uno o dos meses más. No arreglábamos para salir, pero no había forma de evitar que fuera a buscarme a la salida...

Y Pesadilla fue el sobrenombre que le puso Carina, una de mis hijitas postizas, al ver la insistencia del señor... Carina y Luciana (mi otra hijita postiza) iban conmigo hasta el auto, para tratar de espantarlo.

Claro que ya mis ojos estaban posados en otra persona, y poco a poco, la insistencia de Pesadilla (Matías, en realidad. Gracias Davu por hacerme acordar) fue cediendo hasta que un día, simplemente, dejó de venir y de llamarme...

Y continuará...

sábado, 6 de febrero de 2010

Historias e historietas

Llega el cumpleaños de mediomelón, y amerita en este momento contar la historia de cómo nos conocimos y cómo empezamos nuestra historia.

Corría el año 2004 y yo venía mal, muy mal, pensando que nunca nunca nunca más volvería a estar con alguien, que nunca más estaría en pareja y, por supuesto, que si encontraba a alguien, obviamente, se trataría de un salame redomado del que me avergonzaría más tarde en reuniones familiares imposibles de evitar (tengo dos hijos que son un poco salvajes en cuanto a sus juicios, un pelín irónicos; pelín por poner una medida aceptable, pero la verdad, la verdad, son terribles), unos sobrinos bastante bravos y dos hermanos... varones.

Hacía un año había tomado una decisión, que mucho tuvo que ver con mi desilusión amorosa, y de la que no me arrepiento por varias cosas. Después de muchos años (muchísimos, me da vergüenza decirlo) de estar con una persona un tanto complicada (que vino después de la separación del padre de los criaturos), había decidido que era momento de hacer algo por mí. La pareja ya no daba para más, y se iba pudriendo todo, pero mientras tanto, decidí crecer un poco: me anoté en la facultad. Después de sentirme poquito más que una nada al lado de un todopoderoso señor (no le resto méritos, fue un todopoderoso generoso y, a su modo, una buena persona, hechas las reservas del caso, que no vienen al ídem), empecé a darme cuenta de que podía hacer muchas cosas, y de que no era tan nada.

No era ninguna péndex, ya tenía 39, pero bueno, atravesados por dos importantes fracasos amorosos, con todo lo que eso implica, además de dos hijos y poco laburo (ergo: poca guita).

Pero antes, tengo que contar la historia de Pesadilla. Es un (Verito dixit) "No Me Acuerdo el Nombre". De verdad que ahora no me acuerdo.

Conocí a Pesadilla a la salida de un boliche con el que había ido con mi amiga Claudia, después de dos años de no moverme de casa. Claudia esa noche se reencontró con el que hoy es su marido y padre de su hijo (ahijado de quien suscribe), Diego, a quien había conocido un tiempo atrás.

Pesadilla era un personaje fuera de lo común (ay, midió, siempre al lado de algún raro, yo...) que dio muestras de su locura apenas a los diez minutos de habernos conocido.

Cuando le dije dónde vivía, me dijo que me acompañaba. (Nunca supe dónde vivía él. ¿Dije que era raro, no?, ni con quién, ni de qué trabajaba). Lo cierto es que yo estaba en auto, y caballerosamente me dijo que vendría conmigo hasta donde yo quisiera dejarlo. Y así fue que, desde San Telmo, el muchacho viajó hasta Morón, donde gentilmente lo deposité (arriba de la autopista, nunca supe cómo volvió a su casa. No sabía dónde era, ya lo dije). Yo seguí viaje hasta Ituzaingó.

Y sigo mañana, para contar por qué lo terminamos llamando Pesadilla...

Gracias por el recurso, Verito. Esta historia continuará...

Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll