lunes, 12 de abril de 2010

Un tranvía llamado exigencia

Me acuerdo de cuando éramos chicos y queríamos algo YA. Ese "quiero esto ya" podía significar, desde que uno presentaba el pedido en mesa de entradas -mami-, hasta que lo consiguiera, desde días hasta meses o, directamente, una respuesta: No.

El "quiero esto ya" podía entonces diluirse en un par de sesiones de llanto o convertirse en insistencia esporádica, porque uno sabía que -de vez en cuando, no siempre, ojo- insistiendo, conseguía "eso"; o simplemente el objeto de deseo podía ser olvidado, o reemplazado por otro "quiero ya" más urgente, novedoso o imprescindible.

Claro, cuando somos criaturitas no sabemos que hay cosas que descartaremos al instante de poseerlas entre las manos, y queremos queremos queremos. Como bien dice el capitán Garfio en Hook, casi sin respirar, refiriéndose a las permanentes exigencias de los niños, "yo yo yo yo; mío mío mío mío; quiero quiero quiero; dame dame dame".

Decir "no" no respondía únicamente a las posibilidades que tuvieran en casa de comprar o no lo que quisiéramos, sino que era, también, una manera de educarnos: para ciertas cosas había que esperar, otras no eran adecuadas para nuestra edad, y otras entraban, sin más, en la categoría "sin esto podés vivir tranquilamente". También aprendíamos a valorar lo que teníamos.

También había ciertos "caprichos" que se concedían, para darnos un gusto, para despuntar el vicio, porque sí, y sabíamos que en esa ocasión se rompían un par de normas, lo cual le quitaba rigidez al asunto este de "ser educados". Recuerdo una vez que fuimos a hacer varios trámites con mi mamá; creo que por avenida Cabildo, y cuando, frente a un kiosco, pedí una golosina, ella decidió que pararíamos en todos los kioscos por los que pasáramos para comprar algo (no había 80 por cuadra, como ahora), hasta que terminásemos con las varias cosas que había que hacer. Yo creo que ese día en particular (por algo lo recuerdo tanto, y no tengo muchísimos recuerdos de mi infancia) me permitió conocer, aunque no conociera todavía la palabra, el concepto de "contraste".  

Es cierto que a diario podemos ver e incluir en la categoría de "chiquillo imbancable" a cualquiera que, frente a una vidriera, una góndola de supermercado o un kiosco pone a prueba la paciencia de los padres, los vendedores y el resto del mundo en general. A los chicos es muy fácil clasificarlos, porque los pibes no tienen filtros: si quieren algo, lo dicen, repiten el pedido hasta el hartazgo, porque todos sus deseos, en ese preciso instante en que desean algo, se transforman, digamos, en ese único objeto que desean ahora (y que, como sabemos madres y padres, puede cambiar al instante).

Me pregunto si reservamos esa actitud crítica sólo para los dulces niñitos y "sus culpables" (ay, estos padres de hoy en día que no saben educar a sus hijos; ay, este chico insoportable; ay, por favor, hagan algo pero que pare de gritar ya), o si nos damos cuenta cuando estamos actuando como tales.

A mí me parece bastante útil que tengamos algunos filtros, porque sería bastante desagradable cruzarse por ahí con montones de seres humanos adultos tirándose al piso frente a una tele de 89 pulgadas, un auto con GPS y lavarropas automático con planchadora incorporado, o del cirujano plástico que le dice a una madre que las lolas de la nena van a crecer, que los quince es muy temprano para decidir una intervención quirúrgica. 

Están buenos los filtros, sí, pero el meollo del asunto sería saber cuándo nos estamos comportando como adultos y cuándo como chiquillos imbancables. Y también, tomar conciencia de qué cosas nos resultan imprescindibles o por lo menos necesarias para la vida, cuáles queremos "para despuntar el vicio" de vez en cuando, y cuáles entran en la categoría de "sin esto podés vivir perfectamente".

22 comentarios:

El Mostro dijo...

Muy interesante.
"no eran adecuadas para nuestra edad" como se diluyó bastante. Las nenas de 6 se visten como las de 17 al igual que las de 60...

Saludos.

J dijo...

Me gusta tu entrada, aunque el problema siempre se dará si queremos educar en libertad, si queremos que los hijos manifiesten sus deseos siempre lo van a querer todo y al instante. como no los malcrías?
Y para todos las preguntas ninguna respuesta, podemos valernos, vivir con casi nada, al día, y no nos falta nada.

Tenernos nos falta.

Besos

Milenius dijo...

Mostro: talis cualis. Las nenas de quince quieren ya las lolas; las minas de 60 quieren volver a ser vírgenes inmaculadas. Un quilombete, bah. Se "desaprendió" a esperar lo que viene naturalmente. Se aprendió muy pronto el "vos lo pedís, vos lo tenés". No sé hasta qué punto es tan piola eso. El tiempo lo dirá.
Yo no quiero tener arrugas, por eso estoy esperando alguna de tus geniales sugerencias, Mostro, ¿para cuándo?

Besos.

Milenius dijo...

J: Hola y gracias. No sé si necesariamente eso que decís encarna un problema. La libertad de pedir está, obviamente; creo que lo que marca la diferencia es la forma que tenemos de decir no a algunas cosas, sea lo que sea aquello que creamos que no es adecuado para nuestros hijos; y también en la forma de dar. Dar, sin más, porque sí, porque lo quiere, no implica necesariamente libertad; de la misma manera en que decir que no a algo no significa coartarla (al menos a mi entender, y de esa forma crié a mis pibes). Creo, al contrario, que también enseñamos libertad cuando decimos que "no", aunque no lo parezca. Es marcar un límite, nada más y nada menos. El chico sin límites sufre muchísimo; lo mismo que sufre el que no tiene ningún permiso.
Además, en este post me refiero más a los adultos que a los chicos; somos nosotros los que muchas veces nos comportamos con un exceso de capricho más que de reflexión.

¡Un abrazo! Gracias por pasar.

El Viejo @gustín dijo...

Reflexión es lo que nos falta a los adultos.
En esta era de consumismo, vanidades y otras/os.
Es difícil abstraerse, solo cuando uno la rema se da cuenta de que es lo vital y que es lo superfluo.
Que tanto!!!!; que tan Poco!!!.
Yo he sido criado, en una época que lo vital era: La Educación, La Alimentación y La Salud, el resto era prescindible.
La ropa pasaba de generación en generación, pero siempre estabamos impecables, Los juguetes eran prescindibles, porque había Juegos y con quien jugarlos, Los viajes eran una aventura hasta palermo o el puerto o el río.
la gente se comunicaba por cartas, para hablar por telefono tenias que caminar seis cuadras, para encontrar ún público, el transporte público funcionaba y era un lujo tener un vehiculo, porque no hacia falta.
Eran otros tiempo y otras las necesidades.
Podíamos soñar. pensar en un futuro mejor.
Bue se hizo larga.

1 beso Vecina.

PD. Fue a Herminia??

cirita dijo...

Los niños, ya se sabe, son perversos polimorfos, y vaya si lo son!!!. El deseo de los niños es tan visceral que te perfora cualquier pedazo de tripa: Dale, maaaa, dale maaa, dale si?, si????, siii????. y terminás deponiendo hasta los escarbadientes porque el taladro craneal no cesa.
Hace poco, antes de irme de viaje le dije a Cata: si puedo te voy a traer...., y ella me contestó: Mami, dejá, no me tenés que traer nada. Yo dije: esta piba está deprimida!!!. Y no, la piba estaba regia, la que estaba crazy era yo, una australopiteca capitalensis de mierda!!!!
una vez quise un monederito de cuero hasta la muerte: Mi viejo me llevó de San Bernardo a Mar de ajó en bondi, apretados hasta el esternón. Cuando volvimos me sentí poseedora del más infinito tesoro. Hoy ya no lo tengo y me pregunto cómo pude ser tan hija de p... de no conservarlo. A veces, desear mucho y conseguirlo tiene estas miserias.
me encantó el nuevo termino acuñado SOLO PARA MI. Me da calorcito en el alma, amiga!.
Te quiere mucho
La ciri

Verónica Molina dijo...

Mi hija -su tocaya- tiene 5 años, y está en la edad en la que lo quiere todo y lo quiere sháááá. Sin embargo, muchas veces (no siempre, pero unas cuantas) una buena -y tranquila- explicación de por qué no le vamos a dar eso que quiere ahora la deja razonablemente satisfecha. Porque se lo explicamos, detalladamente. Sin tomarla por tonta.

Sin embargo, me extraña ver qué complicado me resulta a veces lograr el mismo efecto en los adultos. Pareciera que la necesidad por "lograrlo todo ya" está MUY acentuada en nuestro mundo, al punto de sentirnos frustrados por cualquier tontería que no logramos como si realmente nos pasara algo gravísimo... no entiendo por qué nos cuesta tanto entender que "ahora no" es una respuesta posible, y que no tiene por qué ser angustiante ni el acabóse. Tendremos que madurar un poco, Milenius, antes de exigirle lo propio a los chiquillos, no?

Marcelo Cafferata dijo...

Y semmmm, la Vero Molina tiene mucha razon.
Lo que con toda diplomacia y pedagogía ilustrada le explicamos a nuestros niños... y lo entienden!, dificilmente podemos aplicarlos en nosotros.
Es facil contener un ataque de shopping y gastar en boludeces o un frenesí de consumismo.

Lo que muchas veces no podemos (y pluralizo, perdonen, para no sentirme tan solo) y cuando queremos que el otro haga YA! EN ESTE INSTANTE! AHORA MISMO! algo que queremos, encapricharnos con nuestros vinculos, ponernos hiperexigentes, berrear a gritos, violentarnos y otras miserias.

No, porque no. Y punto!

Milenius dijo...

@gustín: muchos crecimos así, cierto, con más o menos carencias, con menos que más juguetes y más imaginación. ¿Qué pasa en el medio entonces? Digo, con muchos adultos... ¿qué pasa que muchas veces, pero muchas, no estamos conformes con nada y queremos más y más? ¿Será que no sólo no sabemos transmitir, sino que no podemos creernos el mismo cuento que contamos, por muy real que haya sido? ¿Pedimos una paciencia que no tenemos? Lo único que tengo son más preguntas.
La única respuesta que se me ocurre es "bajar un cachito del caballo", o más reflexión, como bien decís.

¡Besos! No, no fui a Herminia. Un día de estos, quizás...

Milenius dijo...

Cirita: ¡ja! La nena se zarpó. ¿A quién se le ocurre no querer nada? ¿En qué cabeza cabe? Y si tuviste aunque sea un tantito así de culpa por haberte ido, ni te cuento (ay, qué sé yo, a mí siempre me da por ahí, si proyecto, avisame). "Nena, me hacés el favor de querer algo, ¡POR FAVOR!" (valga la redundancia).

Pero a ver, pensá en esto, quizás si conservaras el monederito ni lo mirarías. ¿No somos un poco así?
Mi papá me había traído de un viaje una muñeca, y yo, que "ya no estaba para muñecas", me enojé y la dejé arrumbada en un rincón. Sólo hace unos años la quise recuperar, y ya era tarde. Fue un zarpazo en la geta, pero me enseñó alguna que otra cosita...

Me alegro que te haya gustado tu palabra, regalito a la distancia.

Besos y abrazos gigantes.

Nick Risaro dijo...

Eso pasa porque de chico no los golpearon lo suficiente he dicho.

Milenius dijo...

Vero: es eso, sí. Será que tengo buena relación con los chicos, pero siempre me costó menos hacerle entender algo a un nene que a un adulto con su sesera en completo desarrollo (incluída la mía). ¿Será que sobreestimamos la adultez, que creemos que podemos entender todo cuando somos grandes? La verdad, creo que muchas cosas las comprendía mucho mejor cuando era chica. Ahora siento que todo me empuja: hay que hacer, hay que conseguir, hay que lograr, hay que pensar, hay que...
Y si no, ¿qué? ¿El mundo dejará de rodar?
¡Hay que parar la moto!

Besos grandes.

Milenius dijo...

Nick: ¿a vos te golpeé lo suficiente? :)
Quizás deba acercarme hasta tu cuarto ahora, antes de que cumplas más años...

Besos, te quiere,

Tu mami.

Milenius dijo...

Marcelo: no sé vos, che, yo soy una santa mujer que todo lo espera con paciencia.

:)

En serio: tenés razón. Lo peor (por malo que sea) no es si dilapidamos un sueldo completo en el shopping, sino reventar los vínculos. Porque ahí no hay crédito que aguante, ¿vio?

Besos.

Cris dijo...

Bueno, yo es que con mi presupuesto, no estoy para muchos caprichos... :(

(Besitos!)

Anónimo dijo...

Te leo a vos y escucho a mi madre!!! (no te estoy diciendo vieja!!!ehh???? ) y ahora que te leo me doy cuenta que nunca sentí eso de tener que decir NO a mis hijos, o no los viví asi. Se que los padres tenemos una cierta cantidad de NOs, y a veces, solo a veces ellos los tienen contados y se aprovechan. Creo que mis hijos tuvieron demasiado clara la situación para pedir, por lo menos lo que fueran cosas. Los habré criado desde la carencia? (ahora me lo pregunto)
Cuando era chica, era tal cual decís, y como argumento extra de mi madre, lo que cuesta conseguir se disfruta mas y se le da mas valor, aunque no estoy muy de acuerdo con esto, puedo conseguir algo con poco esfuerzo y disfrutarlo y valorarlo mucho igual.

Interesante el planteo de lo que nos pasa como adultos, no sé porqué pareciera que el ser adulto habilita a comportarse como chiquillo malcriado, quiero eso ya!!! y no simplemente con las cosas.

Muy buen tema.
un beso

Milenius dijo...

Ana: es que, justamente, el post habla más de los adultos que de los chicos. Y, como decíamos más arriba, de cómo a muchos adultos les cuesta escuchar un no, o cómo se encaprichan cuando no consiguen algo: cosa o persona (como verás, en las distintas respuestas voy alternando la primera con la tercera del plural: a veces me reconozco en actitudes así, a veces ni a palos).
Con respecto a los chicos, tengo dos ejemplares: uno muy cauto a la hora de pedir, y otro que quería todo ya, a cada rato. Gasté saliva como nunca, te lo puedo asegurar. Y es el día de hoy que (un poquito encasillado en el papel) juega al "quiero..." para llenar los puntos suspensivos con las cosas más inverosímiles.
Totalmente de acuerdo con que no es imprescindible que las cosas te cuesten montones para valorarlas. Es más, cuando cuestan tanto, más de una vez uno se termina preguntando "¿y tanto quilombo por esto?". Lo importante, creo, es qué significan para cada uno.
Besos.

PD: ¡¡juro no haber obligado a ninguno de mis hijos a comer mandarinas como penitencia!! :)

Gla dijo...

Súper interesante.... La mayoría de los chicos de hoy en día actúa de esa manera y ni hablar de algunos grandes.
Con mi hija me pasa exactamente lo contrario, valora en exceso nuestro esfuerzo y no suele pedirnos nada, al punto de que cuando pide ni se nos ocurre decirle que no...Este otro extremo tampoco me gusta. Quisiera que pudiera pedir con más naturalidad las cosas que quiere....ella sabe que le damos todo lo que podemos dentro de límites razonables....Hoy frente a su proyecto a dos años para su fiesta de 15, es impensable no concedérselo. Es una ilusión "desde siempre" de alguien que nunca exige nada...

Milenius dijo...

Cris: pufff, si las he pasado...

Vas a ver: ¡ahora todo el camino es hacia arriba!

besos.

Milenius dijo...

Gla: ¡Hola! Sí, también están los del otro extremo, demasiado sensibles a la realidad, ¿no?
Seguramente se merece su fiesta, ¡a juntar platita! Para la gran mayoría de las chicas esa noche es "mágica".

besos.

Zippo dijo...

Coincido con el señor "viejo Agustín". El tema no son los chicos, somos los grandes. O acaso nunca se han encontrado con un adulto que, al ceder permanentemente al capricho de sus hijos, ejerce la muletilla de:"yo de niño sufrí mucho por no tener cosas porque mis viejos me lo negaban, no quiero que mis hijos pasen por lo mismo".Y eso, si me perdonan, es una reverenda estupidez.
Nos falta reflexionar ante cada pedido de nuestros niños.Se merecen una respuesta inteligente y razonable en cada ocasión.

Milenius dijo...

Zippo: tal cual, el tema somos los grandes. Las más de las veces nos falta reflexión y capacidad de autocrítica, sobre todo, ¡cuando somos nosotros los que queremos algo!

Después decimos, de los chicos "ay, son tan caprichosos, quieren todo ya".

¡A pensar antes de hacer y de hablar!

Abrazo.

Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll