Creo que gran parte de las mejores cosas que hacemos, o al menos las más divertidas, las hacemos después de decir "¿Y por qué no?". Es una pregunta que te desafía y te estimula. Hay que entrenarse, eso sí. Esto es: hacerlo de vez en cuando, para animarse a hacerlo cada vez más seguido. Y saber que no siempre te va a salir bien. Pero seguro que más de una vez vale arriesgarse.
- ¿Yo, cantar?... ¿Y por qué no? (después rajás las paredes, pero no importa, te diste el gusto).
- ¿Yo, salir con vos?... ¿Y por qué no? (y no resultó ser taaaaan agrio como parecía)
- ¿Estudiar?... ¿Y por qué no? (y por ahí hasta te recibís).
- ¿Decirle a él que me gusta?... ¿Y por qué no? (sí, se lo tenés que decir).
- Mirá si yo, justamente yo, voy a ir a ese lugar... ¿Y por qué no? (es muy probable que la pases genial).
Es un embole preferir siempre lo malo conocido a lo bueno por conocer.
2 comentarios:
Sabias palabras.
Ahora, de ahi a hacerlo, no se, no se si podria, yo? mmmm
sí podrías, tú puedes, tú puedes, tú puedes...
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