Es lo que tenés en la mano, la llevás en el cuerpo, camina en tus zapatos y se calza tus calzones. Se viste de mal humor, de odio, de gesto amargo o de cara de nada. Es el estímulo perfecto para desacordar con todo por defecto. Desacordar es también, ahora que lo pienso, olvidarse. "Estás muy desacordativa", me dijo una vez un hijo. ¿De qué te olvidás?
La nada habla cuando vos ubicás la belleza, lo bueno, lo justo, lo mejor, siempre en otro lado, lejos del alcance de esta zanja apestosa.
Guiada por la nada, tu vida se va por el caño de un futuro negro, todo negro; sin pasión porque para qué; sin alegría porque no hay motivo; sin emoción: sensibilidad agotada, vuelva en otro momento.
Te encanta inventarte una falsa alegría con TV de 80, pero sabés, sí sabes, que la alegría no está ahí, porque la alegría es solo brasilera, oh, mi amor.
Si supieras, si supieras vivir sin la nada, pero no. Estás consumido, te enfermaste de querer tener todo.
2 comentarios:
Ahora me toca a mí, me quedé embroncada con ese ser que se enfermó de querer tener todo.
No se embronque y ame lo que la rodea, caray. :)
De la felicidad nacen las cosas bellas.
Publicar un comentario