viernes, 18 de enero de 2019

Me detengo. Sentada en la silla, solo revoleo los ojos a un lado y a otro. Que hay? Qué queda?
Me siento mal. No encuentro palabras, me duele la garganta mientras trato de llorar o de no llorar, según el día.
Hay que sacarlo, hay que doler.
No quiero distraerme. Quiero traerme a este momento de tristeza, no para regodearme en ella. Hay que sentirla. Estoy convencida de que llevarme hacia lugares de no pensar no me sirve. No sirve.
No quiero entretenerme. Necesito tenerme entera, escuchar, salir de este entrevero de tristeza como se sale de un laberinto. De a poco, pensando mucho, escuchando lo que dice el instinto, lo que pide el alma.
Me sale llorar tristezas añejas, y a lo mejor es necesario. Llorar la adolescente disconforme y melancólica que fui. Entenderte. Tratar de hacerlo. O tratar de comprender por qué una decide borrar la vida que tiene por delante. Pienso "si me hubieras dicho". ¿Y quién soy yo para salvar a alguien de su propio dolor? Nadie. No somos nada. Esa frase espantosa que se dice en los velorios, y que seguramente nadie dijo en el tuyo, porque quienes fueron son como eras vos, adolescente y por ende, todopoderosos, es tan cierta. Y si uno pudiera verse en relación con el tremendo universo que nos rodea. Y ver que es tan importante ser todo para uno mismo y lo posible para todo lo demás... Pero no. El ego es hoy un universo. Y quien no encaja con ese ideal de ego está condenado o condenada a escapar.
Pienso todo el tiempo en ese segundo fatal, en el que tal vez te arrepentiste de tu decisión. O no. Es igualmente doloroso.

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Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll