Me encantó ver al pueblo (al verdadero pueblo, che) manifestándose por lo que considera que son sus derechos.
Sinceramente, ellos también tenían que tener su cacerolazo. Por eso la algarabía copó Barrio Norte y Belgrano. Ahora sí estamos todos. Poné los fideos, porque carne no hay. El argentino demuestra día a día lo solidario que es. Sobre todo con alguna pobre gente del campo, que tiene últimamente tantísimos problemas.
Supongo que esa misma gente sale a cacerolear también cuando se entera de lo que gana un peón en el campo, y le paga a su mucama un sueldo justo y en blanco, como corresponde.
Y el gobierno, qué decir de nuestro gobierno... ¿qué decir que lo explique en toda su magnitud y su soberbia?
Nada. Eso. La nada misma. Me cansan. Nos cansan, ¿es que acaso no se dan cuenta?
Cuando hay un poco más de trabajo, cuando te entra un mango más, no podés comprar algo decente para comer. Y así y así...
No crecemos nunca, eso me molesta. No solo somos bastante aburridos y quejosos, sino que también vivimos en una pendejez constante que no nos permite ver un poquito más allá.
Llenarse de guita y el resto que se cague. Es una actitud bien infantil, es la actitud que caracteriza a alguna gente que, por caso, cuando se abre la importación a mansalva, sale a llorar por todos los medios a pedir que le compren al país.
¿sabés qué? Me dan ganas de comer cebú brasileño o arroz todo el día.
Dejen de llorar. Basta. Laburen y ganen plata, que eso está bien, es lo que todos queremos, pero ayuden un poco al país a vivir en paz.
Dejate de joder...
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