jueves, 23 de septiembre de 2010

Usos (y abusos) de la cuchara

O  "Extraños pensamientos que vienen a la mente, culpa de una cuchara".

Oído en el tren: "Señoras y señores pasajeros, hoy vengo a ofrecerles, directamente de fábrica, este implemento imprescindible en toda casa: una docena de cucharas. Para el té, para el café, para la yerba, para el azúcar, para la chocolatada de los niños... Para revolver, para tomar la leche, estas cucharas de excelente calidad..."

El otro día leía que en la cultura mapuche el arte de quien tenía uso de la palabra se medía por cuántas oraciones distintas podía hacer esa persona con el mismo contenido. Este señor, sin lugar a dudas, se hubiera ganado un lugar importante en esa sociedad.

Este arte -la palabra- es, en definitiva, el lápiz con el que muchas veces dibujamos límites, y es, también (y como lo demuestra el caso del vendedor), herramienta de supervivencia (de repente me encontré preguntándome ¿cuánto podría yo hablar acerca de una cuchara?). Nuestra palabra es la forma en que explicamos y nos explicamos el (y al) mundo. 

Hay quienes dicen que a las palabras se las lleva el viento. Habría que ver si es tan así, porque es bien cierto que uno es esclavo de ellas. No importa cuánto insistamos con no haber dicho cosas que realmente dijimos: si hubo palabra hay trato. No es el meollo del asunto si el trato se cumple o no. Que una persona mantenga su palabra o la deseche marca para quienes la escuchamos la diferencia entre una persona confiable y otra que no lo es, entre un mercachifle del discurso y una persona decente.

Cuando era chica imaginaba formas para las palabras: redondas, triangulares, polígonos irregulares. Ahora imagino, además, que cada una es una pieza de un gran rompecabezas.

La palabra es un arma, con palabras nos armamos. 

martes, 21 de septiembre de 2010

Los nuevos brotes

El invierno pareció interminable...

 


  Aun así, se va, al menos por un tiempo... Y deja paso a los nuevos brotes.










Apuesto a esa parte nuestra que despierta y se anima a brotar, aunque sea tímidamente, a tener ganas de asombros, de ir siempre por algo nuevo. Es una de las cualidades más bellas que tenemos los seres humanos. Incluso cuando no sabemos verlo, la posibilidad de algo más -de ser alguien mejor- siempre está ahí.




Siempre se puede renacer, y se puede crecer, aun cuando parece que ya crecimos lo suficiente.


 


Feliz Primavera, y un brindis para que nos animemos a despertar.


lunes, 13 de septiembre de 2010

Baldosas

Espanté a todos los fantasmas, hoy. La muerte se quedará esperando un día más, al menos. La desgracia, que suele buscar la oportunidad -y que más de una vez la encuentra- hoy queda aniquilada, desocupada: por una vez, es a ella a quien se le cae la mandíbula de espanto. Hoy no es su día.

No banalicemos la cuestión, por favor, que las casualidades no existen. Me animo a decir que espanté la mala racha porque recordé una fórmula, más vieja que el universo pero a la que obviamos igual que a otras recomendaciones habituales: "ponete un saquito" "llevá paraguas".

Hoy sentí lo mismo que cuando mi mamá me daba una de sus recomendaciones y yo, que la quería jugar de rebelde, le decía "basta, má" pero guardaba el saquito en el bolso. (Paraguas jamás. Ni antes ni ahora.) Yo no quería que ella se diera cuenta, pero era su palabra la que generaba los vientos, era su voz la que llamaba tempestades y yo sin saquito. No se lo decía, pero allí estaba el viento que me traía la voz de doña Elda "llevate un saco". Por supuesto, ella sabía, no sé cómo pero sabía, cuándo yo le había hecho caso, y dejaba la tormenta para otro día.

Hoy espanté los fantasmas, esquivé la mala suerte, eludí contratiempos y percances, ahogué fatalidades.

Hoy, mientras caminaba hacia el trabajo, evité pisar todas las baldosas azules.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Refrito mal (pero internacional)

A los doce años le dije a mi mamá que no me iba a casar virgen y casi me mata. Era una niña insolente. No sé de qué se asombraba mi mamá, ella también fue una niña insolente en más de un sentido.

Suelo decir que menos mal que no tengo hijas, porque no sé si sería buena madre de mujeres. No sabría enseñarles a pintarse, no sabría recomendarles ropa, y definitivamente, trataría de secar de cualquier manera cualquier mínimo brote de histeria... En fin. No sé cómo les iría a unas hijas mías en este mundo. Estoy segura de que no les sería sencillo, por eso el destino o la vida o los cromosomas de mi ex quisieron que yo tuviera dos varones.

Unas niñas insolentes. Adaptación del excelente cuento de Margaret Atwood Érase una vez.

Tomó la batuta Ant, y lo seguimos Cris, Pueblerino Cool y una servidora.

Es de hace bastante, pero me encantó hacerlo, me gusta lo que dice y me gusta cómo quedó.


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Ciencia vs. Fe



A veces la ciencia me deforma las ideas. Porque yo quiero algo, y como no quiero muuuuchas muchísimas cosas, cuando quiero algo lo quiero con toda el alma, entonces hincho las pelotas hasta que la cosa sale. ¿Que de afuera se ve complicado? Saaaá, ¿que hay pocas probabilidades? Seguro. Yo no me embarco si hay muchas, porque seguro que ese barco está lleno y llegué tarde: no hay más lugar. Así que me embarco en mi propio velerito y allá voy. Total, para bajarme hay tiempo. Y sé nadar. 
Mierda si sé.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Secretos de familia

- Tengo un hermano mecánico y otro vegetariano. El mecánico ensucia la puerta de la heladera con grasa y el vegetariano, para cocinar dos cebollas, tres papas y un huevo poché ensucia 43 cacerolas, cinco platos, trece tenedores y cuatro cuchillos.

- La gente que no quiere quedarse con sus cachorros viene y los tira en la cuadra de mi casa (LRPMQLRMP). Mi hermano va y los junta. La última vez que trajo cachorros, tuvimos que alimentarlos con mamadera. Hoy, uno de esos cachorros me llega casi a la cintura pero cuando me ve llegar llora como una criatura.

- El bautismo de ese perro tuvo lugar durante una pelea con mi hermano el mecánico. Por lo tanto el perro tiene dos nombres: Sandunga, el que le puso mi hermano, y Moreira, el que le puse yo. El perro responde a los dos.

- El nombre que yo elegí para el perro tiene más lógica. Mientras festejábamos algún cumpleaños mío, el perro se afanó el cuchillo con que cortamos la torta y andaba con él metido entre las fauces, paseándose entre la gente. Por lo tanto, no claudico. 

- Mi mamá trabajaba de noche y mi papá de día. No sé cómo hizo mi vieja para vivir 76 años después de vivir casi 20 tratando de dormir mientras mis dos hermanos y yo peleábamos como en la guerra por una remera o porque ellos me daban piñas cada tanto y yo lloraba como una loca.

- Mi casa nunca fue un hábitat normal para nadie, y sin embargo crié dos hijos acá. Qué sé yo, parecen sanitos. Habrá que ver con el paso del tiempo, tengo mis reservas.

- Tuve un noviazgo que duró 15 años. Sobreviví. Más o menos, pero bué.

- Cuando éramos chicos a mi hermano el mecánico la maestra le había dado una penitencia de esas de escribir 100 veces algo. Mientras él iba ya por el último renglón, yo le dibujaba florcitas en el margen. Ahora que lo pienso, ese fue mi primer ejercicio de supervivencia.

- Mis hermanos jugaban un juego misterioso, del que hablaban a propósito delante mío. Se llamaba EAM. Recién a los 14 años me enteré de qué corno quería decir: "Espiar a Mari".

- Mi mamá eligió mi nombre con muchísimo cuidado. No podía ser cualquier nombre, porque ella ya tenía 40 años, había perdido dos embarazos después de tener a mis hermanos y quería tener una nena, entonces tenía que ser algo muy especial. Eligió Milena, que significa "la más amada" (y que originalmente lleva acento en la "i"). Mi papá me fue a anotar al registro civil, y tuvo que volver al día siguiente porque no sabían si lo iban a dejar ponerme ese nombre tan raro. Finalmente lo dejaron, sólo que en mi casa me llamaban por el diminutivo de María en croata, que se pronuncia algo así como "Máritsa" pero se escribe "Marica". Por supuesto, esto devino en "Mari". Para qué tanta dedicación, digo yo. A los 14 más o menos impuse mi segundo nombre.

- No sé dónde está la foto de Moreira con el cuchillo en la boca. Debe andar por algún disco rígido de los varios que hay en esta casa. Prometo buscarla, porque es muy cómica.

Me hubiera gustado que me dedicaran...

  • Cartas a Milena (obvio) - Franz Kafka

Algunos libros que me hubiera gustado escribir... Bueno, por lo menos los leí!

  • Rayuela - Julio Cortázar
  • El libro de los abrazos - Eduardo Galeano
  • Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll